El proceso secesionista parece perder fuerza justo en el momento crucial, en el año en que los instigadores del proceso han prometido a sus fieles un referéndum vinculante, que, por otra parte, también parece difícil de conseguir.

La identidad catalana parece encaminarse hacia una correlación similar a la que existía antes de la eclosión del proceso secesionista. El último sondeo del CEO, realizado en diciembre sobre una muestra de 1.700 entrevistas, refleja una estabilización al alza de la identidad mixta (“tan español como catalán”), que comparten casi un 40% de los ciudadanos de Cataluña, y, sobre todo, un sensible desplome de la identidad exclusivamente catalana (que cae por debajo del 20%).

Atrás queda la etapa más intensa del antagonismo territorial, en el otoño del 2012, cuando casi un 60% de los consultados se consideraba “más catalán que español” (28,3%) o sólo catalán (31%). Paralelamente, en aquel momento sólo un 32% de los ciudadanos encuestados se sentía “tan español como catalán”, mientras que un 7% se manifestaba más o sólo español.

Desde entonces, la identidad colectiva ha experimentado un progresivo reequilibrio en beneficio de las identidades que combinan grados diversos de catalanidad y españolidad, y que parece haberse acentuado en el último semestre. Todavía en julio pasado, la encuesta del CEO reflejaba un retroceso puntual de la identidad tan española como catalana, que caía al 34,5% de los consultados, mientras crecía hasta el 28,5% la identidad exclusivamente catalana. Sin embargo, en el macrosondeo de diciembre pasado, las magnitudes recuperan e incluso acentúan los reequilibrios que ya se habían manifestado en el 2015. Concretamente, un 38% de los consultados se considera hoy “tan español como catalán”, mientras que el contingente más “catalán que español” desciende al 20,5%, y el exclusivamente catalán cae al 19,8%.