sábado, 04 de mayo de 2024 00:03h.
Opiniones

Rergreso a la prehistória

Susana Corredor Abadías

Siempre hay alguien que te brinda la oportunidad de poner las cosas en su sitio y sobre todo, de esperar la reacción de ciertos colectivos que en otros casos saltan como buitres sobre su presa.

Tras escuchar a Anna Gabriel, no puedo dejar de pensar cuánto se va a hacer esperar la reacción por parte de los colectivos defensores de los menores, para calificar de barbarie, lo manifestado por la diputada de las CUP, aunque tampoco me sorprendería que den la callada por respuesta.

Resulta muy conveniente darse publicidad, denunciando a un conocido torero por ponerse delante de una vaquilla, con su hija en brazos y publicar él mismo, la foto. Pero no deja de sorprenderme que en otros casos no tomen partido. Por qué no lo hacen cuando hay padres que exponen a sus hijos a un riesgo cierto, al animarles y entrenarles para formar parte de los Castellers. El niño que forma parte de ellos, subiendo a lo más alto de la figura, ¿no corre el riesgo de caerse y sufrir graves consecuencias?, incluso pudiendo perder la vida. Pero yo no he oído a nadie demonizando a esos padres. Tampoco he visto reacciones contra aquellos padres que deciden no vacunar a sus hijos y cuya decisión les ha causado la muerte, ¿no se puede calificar de imprudencia?. Pero vayamos al fondo del asunto, en definitiva el egoísmo, porque aquellos que deciden no vacunar a sus hijos, están poniendo en peligro al resto de los niños que conviven a su alrededor y se están beneficiando, de que el resto de los padres, si vacunen a sus hijos, porque de ese modo tienen asegurado que su alrededor no es un foco de riesgo. 

No podemos olvidar que vivimos en sociedad y eso, al igual que nos otorga derechos, nos establece obligaciones y nuestros derechos, jamás pueden suponer una vulneración de los de los demás. No se puede medir de distinta manera el riesgo, porque se trate de una persona en concreto y se debe valorar el peligro en igualdad de condiciones. Una vez más eso no sucede, sino que la demagogia y el sectarismo imperan.

La última ocurrencia por parte de un miembro de la nueva hornada de políticos progres, nos quiere transportar a la prehistoria, en la que la forma de vida era en tribus, y todo ello esgrimiendo unos argumentos tan vagos como calificar de perverso y dirigido a un comportamiento conservador el actual modelo de familia. Con todos mis respetos, aunque dudo que los merezca, dada su falta de sentido común y raciocinio, me pregunto, ¿en qué quieren convertir la sociedad, en una versión moderna de Sodoma y Gomorra?. Quieren cambiar la concepción individual de la maternidad, vamos que en este modelo de sociedad, una mujer pare un hijo, pero no lo hace sola, sino que todos los miembros de la tribu van a ser padres y madres de la criatura. Pero se les olvida algo, de suma importancia, quién va a proteger a esos niños, quien les va a proporcionar la estabilidad necesaria para que sean hombres y mujeres cuyos cimientos estén asentados en el sentido común, los principios, los valores, la ética y sean capaces de vivir en sociedad, en la sociedad en la que la familia es lo que es, en la que se debe garantizar la protección de los menores y olvidarnos de películas absurdas, en las que este linaje de populistas baratos ven el futuro de la familia en comunas con taparrabos y criando a los niños como si de manadas de animales se tratara. Tanto que hablan de proyectos de sociedad, que miren hacia adelante y que crezcan, a estos nuevos políticos, la evolución, les queda grande, hasta el punto de querer invertirla.

Debemos exigir protección ante la incoherencia absoluta, para evitar que conduzcan a la sociedad a un camino marcado por la inconsciencia, pero sobre todo, se debe obligar a dar amparo a los menores, es nuestra obligación y su derecho.