sábado, 20 de abril de 2024 00:17h.
Opiniones

La Indignidad humana

Susana Corredor Abadías

Articulo de opinión sobre la actuación en las redes sociales de varia gente que actuó mofándose sobre la muerte del torero Víctor Barrio

Estamos siendo testigos del resultado de la indignidad humana, y lamentablemente, la conclusión siempre es la misma, la falta de respeto, el odio exacerbado, el sectarismo, la ignorancia, la falta de valores y un largo etcétera.

Alegrarse y vanagloriarse del fallecimiento del torero Víctor Barrio en la Plaza de Toros de Teruel, no es otra cosa sino la muestra patente de lo mala persona que se puede llegar a ser, eso no es ser ni animalista, ni antitaurino, es formar parte de la calaña más ruin y baja de la condición humana.

En el constante alarde contra todas las tradiciones, no solo taurinas, sino religiosas o de cualquier otra índole, no demuestran otra cosa que el rencor hacia, mal que les pese, la que es su patria, su historia y en definitiva, lo que es España.

No confundamos evolución y mejora con destrucción, pérdida de libertades y derechos, y de la identidad y costumbres de un país. No confundamos el progreso con la involución y el estancamiento. No confundamos la demagogia y la falsa democracia con la censura más rancia, el enfrentamiento y el empecinamiento por criminalizar todo lo que pueda tener tintes españoles. Y por supuesto no confundamos la tragedia que supone la muerte de una persona, que no estaba desarrollando una actividad constitutiva de delito, con la defensa de ciertos ejemplares de ser humano, a los que se podría quitar el calificativo de humano, por su intolerancia y falta de sensibilidad y que en algunos casos defienden a individuos, que por su bagaje, no solo no merecen defensa alguna sino reprobación total y absoluta por su actos, por sus crímenes y daños causados.

No se puede rendir pleitesía ante delitos contra la humanidad, al igual que alguien que tenga un mínimo de dignidad y humanidad, no puede alegrarse de la desgracia ajena, hasta el punto de regocijarse con la muerte de cualquier persona.